martes, 13 de julio de 2010

ADIOS OLGA GUILLOT, ADIOS OLGA DE CUBA!!!!

Si la versión más extrema del bolero es pasión sublime, desgarro y deseo incontenible hasta ese límite en el que el amor se confunde con la locura, su intérprete suprema era Olga Guillot. Nadie como ella cantó con una voz tan agresiva como desgarrada, al borde mismo del precipicio que tantea el suicida enamorado de un imposible, los boleros más bonitos. Ayer falleció, con 87 años, en Miami, donde vivía. La cantante caribeña, que nunca pudo volver a Cuba, volcó su amor hacia su isla perdida interpretando un repertorio de boleros que han quedado como hitos de la música amorosa hispana. Ahí está esa plegaria del amor ciego que es «Miénteme», que la convirtió en la Reina del bolero en todo el mundo: «Miénteme más, que me hace tu maldad feliz».

Los años 50 y 60 fueron sus dos décadas triunfales. Hasta que la entrada de los barbudos en La Habana le impidió volver a pisar la isla bonita, como a otra genial cubana, Celia Cruz. Otro de los granes éxitos de Guillot fue «Bravo», el bolero más violento que nunca se haya escrito contra el amante traidor y al que sólo ella sabía imprimirle esa ambivalencia que igual encandilaba a la gente que bailaba en una elegante boîte como servía para dar rienda suelta al deseo amoroso en un cuchitril gay, a media luz, cuando el amor que no osaba decir su nombre era clandestino: «Te odio tanto que yo misma me espanto de mi forma do odiar. Deseo que después que te mueras no haya para ti un lugar». Un himno del desamor que casi superó a «Soy lo prohibido», una de las canciones en español más aterciopeladas que nunca se han escrito: «Soy ese vicio de tu piel, que ya no puedes desprender. Soy lo prohibido. Soy esa noche de placer, la de la entrega sin papel». Otra canción sobre la traición y el desengaño que trata de salvar el sentimiento amoroso que hace posible sobrevivir a la traición en el imaginario del enamorado.
Ése era el registro enloquecido de una cantante temperamental que se gozaba en el sufrimiento y transmitía ese dolor en forma de amorosa comunión con su público. Ahí está para certificarlo la ranchera de Juan Gabriel «Se me olvidó otra vez», que Olga Guillot interpretaba con la resignada delectación de quien sabe que el amor es un ciclo que comienza y acaba en dolor: «Se me olvidaba que ya habíamos terminado, que nunca volverás, que nunca me quisiste, se me olvidó otra vez, que sólo yo te quise». En su repertorio también cabían momentos desquiciados de entrega amorosa, como «Me muero, me muero»: «Por cabalgar vientre con vientre igual que antes que el día nos encuentre en un abrazo de amantes».

Guillot obtuvo un disco de Diamante a la cantante que más discos ha vendido entre 1954-1960 y participó en 20 películas haciendo de ella misma. Si hubiera que recordarla por una canción, esa sería «Voy»: «Voy a mojarme los labios con agua bendita para lavar los besos que una vez me diera tu boca maldita. Voy a ponerme en los ojos un hierro candente pues mil veces prefiero estar ciega que volver a verte». Ése fue su maravilloso legado: el bolero como pasión amorosa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

HA SIDO MUY ACERTADO LO QUE HA ESCRITO PERO HA FALTADO COMENTAR UN POCO MAS A FONDO LA VIDA DE UNA GRAN CANTANTE QUE NUNCA PUDO LLEGAR A CUMPLIR UN SUEÑO, ES EL SUEÑO CON EL QUE TODO CUBANO QUE VIVE EN EL EXILIO VOLUNTARIO Y OTRAS VECES NO TAN VOLUNTARIO QUEREMOS, UNA PATRIA LIBRE,