Acostumbrados a que el Sónar nos ofrezca nuevos talentos anglosajones y asiáticos, contemplar cómo una formación colombiana se hace reina del Village y por extensión de la tarde del sábado, resultó estimulante y recordó que el festival no olvida la tradición. Así lo entendió el público, que con la alegría esculpida en el rostro decidió dislocarse bailando con la propuesta de Bomba Estéreo, un mejunje a base de cumbia, ritmos populares como la champeta, psicodelia y un toque de electrónica.
Fue el de los colombianos uno de los conciertos estrellas de un Sónar que en sí mismo se erige en estrella. Así lo ha vuelto a entender el público, que prescindiendo del origen y de los motivos de su visita al festival -disfrazarse, alterarse, exhibirse, relacionarse, hacer turismo e incluso escuchar buena música- ha propiciado que entre jueves, viernes y hoy (con una estimación de la noche) el festival reciba unas 84.000 visitas, 10.000 más que el año pasado.
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